Ser profesional de la salud conlleva una carga emocional enorme. Los horarios prolongados, el contacto con enfermedades y la toma de decisiones difíciles a diario pueden generar niveles de ansiedad, estrés y agotamiento realmente altos. De hecho, el 50 % del personal sanitario reportó niveles significativos de estrés y burnout después de la pandemia por Covid-19, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD). Esto no solo afecta las oportunidades de vivir una experiencia positiva en su entorno laboral, sino que también puede impactar negativamente su desempeño y la calidad de la atención que reciben los pacientes.
¿Algo de esto te ha pasado a ti? Aunque es muy común sentirlo, no debes normalizarlo. La salud mental debe ser una de tus principales prioridades en el ejercicio médico, y hay muchas estrategias de autocuidado emocional que puedes practicar para comenzar a protegerla ahora. Esto, a largo plazo, no solo te beneficiará como profesional, sino que también mejorará tu entorno de trabajo.
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Tres estrategias de autocuidado emocional que debes practicar
Aunque es casi imposible evitar condiciones de estrés y agotamiento mental debido a la naturaleza de tu trabajo, puedes volverte más resiliente desarrollando habilidades de inteligencia emocional y mindfulness. Estas son dos estrategias clave de autocuidado emocional que pueden marcar una gran diferencia en tu bienestar y a gestionar y mejorar el entorno de trabajo.
Inteligencia emocional
La inteligencia emocional (IE) se refiere a la capacidad de reconocer, entender y manejar tus propias emociones y las emociones de otros, con el fin de mejorar la comunicación y las relaciones interpersonales. Este concepto incluye habilidades como ser consciente de tus propias emociones, controlarlas y reaccionar de manera adecuada ante diversas circunstancias; la capacidad de motivarte a ti mismo, la empatía y las habilidades sociales.
De hecho, estudios publicados en la National Library of Medicine, Librería Nacional de Medicina en su traducción al español, presentan evidencia científica que vincula a la inteligencia emocional con la toma de decisiones clínicas efectivas y el autocuidado emocional.
“Los pacientes también perciben que los profesionales con IE brindan atención de mayor calidad, reconociendo la empatía, la escucha activa y la compasión como aptitudes relacionadas con la IE”, señalan los autores del estudio La relación entre Mindfulness e inteligencia emocional como factor protector para los profesionales sanitarios.
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Puntualmente, como profesional de la salud, la inteligencia emocional te ayuda a:
- Reconocer los primeros signos de estrés, agotamiento o descontento emocional. Con esto podrás tomar medidas proactivas para gestionar estas emociones antes de que ellas afecten negativamente tu salud o rendimiento.
- Mantener la calma, pensar claramente y actuar de manera efectiva incluso en situaciones estresantes o emocionales. Una habilidad ideal considerando que tu profesión te exige tomar decisiones críticas bajo presión.
- Encontrar satisfacción en tu trabajo a pesar de las dificultades, manteniendo una actitud positiva y un sentido de cumplimiento personal en tu rol.
- Entender y conectar emocionalmente con tus pacientes, logrando una sensación de propósito y satisfacción, lo que es vital para contrarrestar el desgaste emocional.
- Comunicarte eficazmente con colegas y pacientes, gestionar conflictos y colaborar eficientemente. Esto reduce el estrés interpersonal y ayuda a gestionar y mejorar el entorno de trabajo, lo que puede disminuir tu carga emocional general.
¿Cómo se desarrolla la inteligencia emocional?
Todas estas cualidades se describen como rasgos o habilidades en una persona, por lo tanto, pueden entrenarse. Aptitudes como la reflexión interna, la escucha activa, la compasión y el mindfulness ayudan a desarrollar inteligencia emocional, aunque pueda tomar tiempo y requerir práctica continua.
Asimismo, un mentor o un coach profesional y participar en talleres y cursos que se centren en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales pueden ayudarte a desarrollarla con métodos probados y de una forma más apropiada.
Mindfulness: resiliencia
El mindfulness, también conocido como atención plena, es una práctica que consiste en enfocar la atención en el momento presente, aceptando los pensamientos y sentimientos sin juzgar, al tiempo que se identifican las sensaciones y emociones. Todo con el fin de mejorar la salud mental y reducir el estrés. Al mismo tiempo, el mindfulness es una forma muy eficaz de entrenar la inteligencia emocional.
Hay evidencia reciente de que esta forma de meditación disminuye los niveles de ansiedad, depresión y estrés, y aliviando síntomas físicos como el dolor y la vulnerabilidad por problemas de salud mental. De hecho, los profesionales de la salud que la practican dicen haber mejorado su calidad de vida y percepción de autosuficiencia. Mientras que la National Library of Medicine cita la empatía, concentración, conciencia del momento presente y disminución del estrés y el agotamiento emocional entre sus beneficios.
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Si te interesa esta forma de autocuidado emocional para gestionar y mejorar el entorno de trabajo, puedes practicarla de diversas maneras, pero algunas de las más comunes incluyen:
- Meditación: sentarse en silencio y enfocarse en la respiración o en las sensaciones del cuerpo.
- Escaneo corporal: prestar atención a las diferentes partes del cuerpo, una a la vez, notando las sensaciones que se experimentan en cada una de ellas.
- Caminar con atención: poner atención a la experiencia de caminar, sintiendo las sensaciones en los pies, las piernas y el resto del cuerpo.
- Mindfulness en la vida diaria: practicar la atención plena en las actividades cotidianas, como comer, lavarse los platos o hablar con alguien.
Otras herramientas para gestionar y mejorar el entorno de trabajo
La tercera estrategia se desglosa en varios tips que puedes seguir para comenzar tu autocuidado emocional. Son prácticas y efectivas, para dar el primer paso solo necesitarás una cosa: deseos de hacerlo.
- Gestiona tu tiempo: inicia tu jornada planificando y priorizando tareas, incluyendo descansos para mindfulness, comidas y actividad física.
- Toma descansos al aire libre: salir a caminar o realizar estiramientos al aire libre puede mejorar la distinción entre la vida laboral y personal, y ayuda a refrescar la mente.
- Prioriza las pausas para el almuerzo: una de las características comunes de estrés laboral y burnout es saltarse los almuerzos por falta de tiempo. Debes asegurarte de priorizar tus horas de alimentación por encima de cualquier tarea y procura que, al hacerlo, no lleves trabajo contigo. En lo posible, utiliza el inicio o el final del almuerzo para practicar ejercicios de mindfulness, lo que puede reducir el estrés y aumentar la productividad.
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