En los pasillos de los hospitales y clínicas, donde tantos desafíos se enfrentan a diario, se libra una batalla silenciosa que rara vez recibe la atención que merece: una pandemia de problemas de bienestar mental en los profesionales de la salud. La presión constante, las largas horas de trabajo y la exposición rutinaria al sufrimiento han llevado a un aumento alarmante en las tasas de depresión, ansiedad, agotamiento crónico y, en casos extremos, suicidio. Colombia es un ejemplo claro.
¿Si quienes nos cuidan no están bien, cómo esperar una atención de calidad? ¿Acaso nuestros especialistas no tienen derecho también a ser cuidados? ¿Cómo abordar estos problemas, que afectan a todo el sistema de salud? Hagamos un breve recorrido.
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El bienestar mental de los profesionales de la salud no solo es un asunto particular, también involucra el funcionamiento efectivo del sistema médico en su conjunto. No es posible una atención de calidad sin especialistas y personal de apoyo que disfruten en pleno de sus capacidades.
Lamentablemente, hoy día esto dista mucho de ser realidad. Tanto en Colombia como en el mundo —y especialmente después de la pandemia de Covid-19— se ha hecho evidente la crisis en salud mental del personal hospitalario.
Algunas luces podemos tenerlas de las siguientes cifras, publicadas por The National Institute for Occupational Safety and Health (NIOSH) (datos recogidos en 2020):
En el ámbito latinoamericano, cifras de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), señalan:
Y nos referimos específicamente a Colombia, esto podemos sumar al análisis (cifras del Centro de excelencia e investigación en Salud Mental de la Universidad CES):
El agotamiento crónico en el personal de salud no surge de la nada, sino que es el resultado de una combinación de factores laborales, emocionales y estructurales que interactúan y se potencian mutuamente.
Para abordar eficazmente esta crisis, es fundamental reconocer y entender estas causas, y trabajar en soluciones integrales que promuevan un entorno de trabajo más saludable y sostenible para los profesionales de la salud. Veamos algunas de ellas:
Los profesionales de la salud a menudo enfrentan jornadas laborales extensas y demandantes, con turnos que pueden superar las 12 horas, frecuentemente sin descansos adecuados. Esta sobrecarga de trabajo no solo es físicamente exhaustiva, sino que también limita el tiempo disponible para la recuperación y el descanso, esenciales para mantener la resiliencia y la salud mental.
El ambiente hospitalario es inherentemente estresante. Los médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud están continuamente expuestos a situaciones críticas que requieren decisiones rápidas y precisas. La constante exposición a la enfermedad, el sufrimiento y la muerte puede llevar a un desgaste emocional significativo, aumentando el riesgo de agotamiento.
En los sistemas de salud de América Latina, los recursos suelen ser limitados. La escasez de personal y de equipos médicos esenciales crea un entorno en el que los profesionales deben hacer más con menos. Esta situación no solo aumenta la carga de trabajo, sino que también genera una sensación de impotencia y frustración, contribuyendo al burnout.
Los profesionales de la salud están sometidos a altísimas expectativas tanto de sus pacientes como de sus superiores y de la sociedad en general. La presión para mantener altos estándares de atención y evitar errores en un entorno tan demandante puede ser abrumadora, llevando a niveles elevados de estrés y, eventualmente, a un desgaste significativo.
La pandemia de COVID-19 ha exacerbado todos estos factores. La emergencia sanitaria global no solo aumentó la demanda de servicios de salud, sino que también introdujo nuevos desafíos, como el riesgo de infección, la necesidad de trabajar en condiciones de aislamiento y la carga emocional de tratar a pacientes gravemente enfermos sin tener suficientes recursos. Esta situación, aunque pensemos que ya quedó atrás, intensificó el agotamiento y el estrés entre los profesionales de la salud, llevándolos al límite de sus capacidades.
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¿Qué esperar y qué hacer ante este panorama? Ya vemos que las causas son múltiples, pero también es mucho lo que podemos hacer, tanto en lo individual como desde la sociedad en su conjunto.
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