La medicina narrativa, como enfoque clínico, ofrece la posibilidad de brindar una asistencia hospitalaria más humana y empática. ¿De qué manera? Pues mediante el desarrollo de un vínculo entre el conocimiento profesional y la historia clínica de quien va a consulta.
El interés sobre este método es global, pero, particularmente en Colombia, ha ganado especial atención. Tanto así que, se ha empezado a convertir en un tema de conversación importante para miles de estudiantes.
A través de estas técnicas, no solo se busca mejorar la comunicación clínica, sino también minimizar riesgos de mala praxis. A continuación, conoceremos un poco más sobre este tema.
La medicina narrativa se enfoca en interpretar y analizar las historias de los pacientes, con la finalidad de comprender mejor su enfermedad. A través de este método, se busca fortalecer la relación entre paciente y médico. Al mismo tiempo, contribuye en promover una curación progresiva y notoria a corto plazo.
En esencia, se trata de considerar la narrativa como parte del diagnóstico y del tratamiento. Este método clínico cumple la importante labor de mejorar la toma de decisiones, por lo tanto, no se emplea como un simple complemento.
Basándonos en todo esto, observamos que la medicina narrativa visualiza a la persona enferma no solo como un paciente, sino como un ser humano con emociones. Y es a través de esta perspectiva que se crea el espacio idóneo para un tratamiento más cuidadoso y amable.
La medicina narrativa ofrece una gran cantidad de beneficios que influyen tanto en el paciente como en el médico de turno. Estas ventajas se dividen de la siguiente manera:
En términos generales, se logra una práctica clínica más integral, que equilibra el rigor científico con el humanismo.
La exploración e interés de las instituciones universitarias en la medicina narrativa no ha hecho más que crecer. Tanto así que, actualmente, forma parte de diversos programas de humanidades médicas.
En Bogotá, Medellín y Cali numerosas facultades han desarrollado talleres de escritura reflexiva, lectura de textos literarios y espacios de diálogo. Estas prácticas buscan fomentar la empatía clínica entre estudiantes de distintos niveles semestrales. Sin embargo, aún se está un poco lejos de que su aplicación masiva sea del todo uniforme en el ámbito profesional.
Mientras algunos currículos han adoptado la medicina narrativa como parte formal de asignaturas de ética o comunicación, en otras instituciones se mantiene como actividad extracurricular. Esta fragmentación representa un reto, ya que la formación en competencias narrativas requiere continuidad y evaluación sistemática.
La pandemia de COVID-19 fungió como muestra para apreciar la correlación existente entre la medicina narrativa y los protocolos de bioseguridad. El distanciamiento social durante las consultas creó la necesidad de ofrecer un diagnóstico más cercano, utilizando la empatía y la escucha activa como principal medio para lograrlo.
Si bien la medicina narrativa es un método clínico que ha demostrado ser efectivo, se requiere de un enfoque de múltiples dimensiones para que su aplicación sea óptima. En este sentido, es importante considerar lo siguiente para una implementación sólida:
Decide una intención clínica-narrativa antes de entrar: “Hoy miro la historia del paciente, no sólo los signos”. Por qué: preparar la atención mejora la escucha y la empatía.
Pregunta inicial tipo: “Cuénteme, con sus palabras, ¿qué le preocupa más hoy? No interrumpas. Mantén 3 – 10 segundos de silencio tras la respuesta. El silencio suele invitar a que la historia se complete. Práctica recomendada en guías de técnicas narrativas clínicas.
Mientras habla el paciente, haz:
Señales breves de que escuchas (“entiendo”, asentir)
Toma 1–2 notas que recojan frases textuales (“dice: ‘me da miedo volver a trabajar”) en vez de sólo datos biométricos. Beneficio: permite captar metáforas, valores y transiciones en la historia.
Usa preguntas que exploren significado y contexto:
¿Qué significa esto para usted en su vida diaria?, ¿Cómo ha cambiado su día a día desde que empezó esto? O ¿Quién más sabe de esto y cómo reaccionaron?" Estas preguntas abren aspectos psicosociales y ayudan a adherencia y manejo compartido.
Escribe separado de la historia clínica formal, una nota breve que recoja: la voz del paciente, sus metáforas, temores y fortalezas. Esto puede ser privado para el profesional o si es útil, compartido con el paciente. Estudios muestran beneficios en empatía y reflexión profesional.
Resumir en 1–2 frases lo que escuchaste y cómo eso guía el plan: “Lo que escuché: el dolor le ha quitado dormir y le preocupa perder su empleo. Propongo X para el dolor y Y para el sueño; además, le doy información sobre recursos laborales." Esto valida al paciente y alinea metas.
Cierra invitando a continuar la historia: “¿Hay algo más que no le he preguntado y que cree importante? Ofrece un pequeño plan de seguimiento narrativo.
Anota en tu “parallel chart” una línea sobre tu reacción clínica y humana: ¿qué te llamó la atención? ¿qué conflictos éticos o emocionales surgieron? Esta práctica reduce burnout y mejora aprendizaje.
Compartir 2–3 historias (anónimas) en reunión de equipo promueve coordinación, empatía institucional y mejora procesos de cuidado. Programas formales de narrativa en servicios han mostrado mejoras en comunicación y adherencia.
Una pregunta narrativa abierta al inicio + 30 s de silencio.
Pedir al paciente que traiga “una frase” o “una breve nota” sobre lo que quiere lograr con la consulta.
Emplear la nota paralela sólo para casos complejos.
El ejercicio médico no puede reducirse a diagnósticos y tratamientos. La medicina narrativa promueve la reflexión ética y refuerza la importancia del humanismo en cada decisión clínica.
Ofrecer una escucha activa a la persona afectada sin importar su enfermedad refuerza valores como la justicia. Además, ayuda a valorizar puntos clave que construyen la base conceptual de la bioética moderna.
Cuando el médico comprende el impacto social y emocional de una enfermedad, se crea un canal narrativo mucho más equilibrado, mejorando así la calidad de la atención.
Se ha demostrado que la medicina narrativa ayuda a reconstruir la confianza en el sistema de salud. Al reforzar la relación médico-paciente, se crea un respaldo ético, psicológico y emocional.
Para que la práctica de la medicina narrativa en la actualidad se desarrolle en condiciones óptimas, es fundamental que los profesionales y estudiantes apliquen las siguientes recomendaciones:
No. Es un complemento que mejora la comunicación y el entendimiento, pero no sustituye la evidencia científica ni los protocolos clínicos.
Principalmente empatía, escucha activa, pensamiento crítico y capacidad de análisis ético.
No. Incluso en atenciones breves, dedicar unos minutos a escuchar al paciente puede generar cambios significativos en la percepción de la calidad del servicio.
Al comprender mejor los contextos y expectativas del paciente, se reducen malentendidos y se fortalecen los procesos de consentimiento informado.
Aún hay retos, pero la creciente inclusión en programas académicos y el interés institucional muestran un camino prometedor.
Con todo lo antes mencionado, puedes apreciar que la medicina narrativa representa una oportunidad invaluable para humanizar la práctica médica en Colombia. Al ser implementada progresivamente en planes de estudio, se crean las bases esenciales para cambiar el paradigma sanitario en el país.